miércoles, 20 de marzo de 2013

Volver a casa no es retroceder


Cuando me preguntan por qué elegí parir en casa a menudo respondo con otra pregunta. ¿Por qué habría de hacerlo en una institución? No me casaría en una cárcel, a no ser que estuviera presa. No festejaría año nuevo en una escuela, a no ser que estuviera pupila en ella, entonces ¿por qué habría de parir en una institución si soy una mujer sana y llevo una gestación normal? Claro que recorrí un camino para decidirlo ya que mi primer hijo nació en una institución, por cesárea. 
Hoy, casi cuatro años después de la cesárea y a solo 2 meses del parto en casa siento que la clave fue confiar, informarme y entender muchos “por qué”
Confiar en mi, en el bebé que se gesta en mi vientre, en la naturaleza y entender algo básico; el embarazo y parto son condiciones fisiológicas y no patológicas, no hay nada que curar.
La aparición del HOMO SAPIENS (nombre científico que se le otorga a la raza humana ) data de hace 150 mil años y el parto se ha institucionalizado hace menos de un siglo.
¿ Avance o retroceso? La medicina es muy útil y es cierto que la tecnología evita, -y lo seguirá haciendo y es fabuloso- muchas muertes perinatales y por suerte contamos con ese avance para poder tratar embarazos y partos en condiciones de riesgo de vida tanto de la madre como del bebé, lo que me resulta absolutamente innecesario es la masificación de los partos (en el mejor de los casos, cuando no se realiza una cesárea) en las instituciones.
El nacimiento es un acto íntimo, un momento muy importante en la vida de toda persona y no tiene similitud con ninguna enfermedad. La intervención solo debería realizarse ante la presencia REAL de alguna complicación en el trabajo de parto, ante la presencia de un REAL sufrimiento fetal o en casos muy puntuales como un bebé en posición transversal, por ejemplo. Estos casos, los que sí necesitan una intervención médica son mínimos. 
Somos mamíferos y por suerte compartimos muchas características con el resto de la especie. Solo nos diferencia la razón, cosa que no necesitamos para parir y mas precisamente necesitamos "desactivarla" para que el parto fluya. Dejarnos llevar por las sensaciones. No se trata de un trámite, de “sacar” al bebé. El nacimiento de nuestros hijos, es, o debería ser, un momento sublime que merece el mayor de los respetos y tiene todas las características de una gran ceremonia. 
Quienes alguna vez tuvimos una perra o una gata que tuvo cachorritos, sabemos que lo único que tenemos que hacer es NO MOLESTARLA, entonces vale la pregunta. ¿Qué se necesita para parir? ¿Un quirófano?¿Suero?¿Oxitocina sintética? NO! Solo necesitamos tranquilidad... 
Un ambiente cálido, íntimo, silencioso, oscuro, sentir que todo esta bien, que en poco tiempo tendremos a nuestra cría a upa, tomando teta. Nada más lejos de la manera en que paren las mujeres en un hospital actualmente. 
Y si me remito a mi reciente parto no cambiaría ni una sola cosa, lo viviría exactamente igual desde el comienzo. La posibilidad de atravesar las contracciones bajo la ducha, que era la forma que yo elegí, la cálida compañía de los parteros, con quienes ya tenía entablada una relación por la asiduidad de lo encuentros, la amorosa e inigualable compañía de mi pareja, la comodidad de mi casa y el placer de estar en mi cama, en mi lugar, con mi hija desde el primer minuto, la tranquilidad que me brindaba mi cuerpo de que todo estaba bien, la confianza en que como mujer, podía parir... Y la verdad es que para mi, no hay otra forma de parir y de nacer. Nunca debería haber cambiado. 
Entonces ¿qué pasó?¿por qué se normalizó el parto en institución?¿por qué siguen las mujeres pariendo de esa forma?
¿Será que otorgamos demasiado poder a la medicina?¿Será que, en medio de tanto stress, nos alejamos de nuestros cuerpos y les perdimos confianza?¿Será que necesitamos patologizar el proceso de la gestación y el parto para luego “seguir” de la misma manera que antes de ser madres? O será que resultó fácil convencernos de que parir es peligroso y necesita intervención. Yo creo que es un mix de todo esto sumado a que también perdimos la costumbre, muy rápido por cierto. Nos olvidamos de que se podía parir de otra forma y muchas mujeres ya ni siquiera saben qué es PARIR.
Sabemos parir, nacimos mujeres con esa única e irreproducible capacidad de gestar y parir, somos poderosas y sabias, llevamos miles de años trayendo vida y solo un siglo siendo meras espectadoras en vez de protagonistas.
Todavía estamos a tiempo de regresar y cambiar el paradigma.
Ojalá las futuras generaciones de familias puedan disfrutar del parto, celebrar los nacimientos y ser felices por el proceso completo y no solamente porque el bebé nació “sanito”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario