martes, 24 de marzo de 2015

Bienvenida crisis!

El pasado sábado ha sido un día de esos como para olvidar en la crianza de mi hija, aunque prefiero recordarlo seguido para poder incorporar todo aquello que ha traido a mi conciencia.
Resulta que fuimos a un encuentro de educación en Tandil, a 370 km de casa. Al mismo participaron mas de 150 personas. El viaje fue tranqui pero la estadía allá se volvió una odisea. Gaia no logró despegarse de mi ni un rato, o mejor dicho yo no logré que se despegue, posiblemente ella no tenia intención alguna. Pasamos un sábado difícil porque yo pretendía escuchar y participar de las conversaciones que se ofrecian pero claro, la pequeña se encontraba abrumada con tanta gente. L. dice que no le gusta la gente. Yo no se si es así, o si realmente es pequeña para semejante excursión. Hoy lo digo con claridad, el sábado no podía asumirlo y cuanto mas intentaba que se despegue y se quede con su papá o que juegue con otrxs niñxs, ella mas se me apegaba. Terminé colapsada.  Perdón hija mía!
 Hoy creo que el conflicto surge en la comparación, a veces inevitable con su hermano mayor que desde muy pequeño al llegar a algún lado se iba a jugar y socializaba sin problemas. A Gaia le cuesta mas soltarse, es mucho mas tìmida, es de las niñas que se sueltan casi al terminar las fiestas, por eso procuramos llegar bien tempranito.. y claro, después de la frustración de aquel día y la necesidad de aire, de participación en el evento, llega la culpa típica de madre perfeccionista que me hace pensar que todo lo estoy haciendo mal... que debería haberme aislado con ella o que estoy haciendo algo muy mal para que ella no se aleje ni juegue con otrxs niñxs o que la estoy apurando... no se cual será la realidad, el caso es que al llegar a casa estaba feliz, suelta y relajada. Tendré que darle mas espacio para ser, ella, única y a su tiempo.